A lo largo de la historia del cine, hay un puñado de películas que han mantenido un aura de leyenda. No importa su calidad, ni sus premios, ni las estrellas que trabajaron en ella. Ni siquiera si han envejecido bien o mal. Están en el pedestal de la gloria cinematográfica, lugar al que el público las ascendió y del que solo los espectadores podrán bajarlas. Lo que el viento se llevo es uno de esos títulos. Aún es la película más taquillera de la historia (si convertirnos sus beneficios en dinero de hoy en día). Y supone un buen reflejo de lo que un hombre es capaz de hacer cuando una idea se le cruza por la cabeza. El hombre: el productor David O. Selznick. La idea: adaptar al cine la novela de Margaret Mitchell Lo que el viento se llevo.
En mayo de 1936, las galeradas de un libro que describía un drama amoroso marcado por la guerra de Secesión estaban recorriendo los principales estudios de Hollywood. Mientras unos lo rechazaban, en el estudio Selznicl< International Pictures alguien sí había hecho caso al libro enviado por la editorial MacMilIan. En Nueva York, Kay Brown, una analista de guiones del estudio para la costa Este, envío un telegrama a su jefe. David O. Selznick, describiéndole apasionadamente la calidad de la novela. "Es una historia absolutamente esplendida, una novela con enormes posibilidades que tenemos que adquirir sin falta. Tiene unas mil paginas [en concreto, 1.037] y solo voy por la mitad" A su vez, una de sus empleadas la condensaba en un extracto de 57 hojas.
El 24 de mayo de 1936 (día uno de la produccio, Selznick, de 34 anos, cae rendido ante la pasión del e><tracto, aunque le preocupa no tener estrellas para protagonizar el filme ni probablemente dinero para comprar los derechos; era uno de los dos productores independientes mas poderosos en aquellos años en Hollywood ( el otro, Samuel Goldwyn), pero su empresa no dependía de sus decisiones, sino de las del consejo de administración, y no tenía en nomina actores prestigiosos (estos preferían cobrar de grandes estudios que les aseguraban el trabajo). La insistencia de Brown envalentona al productor. Durante el mes de junio, ambos presionan al consejo de administración y acaban logrando el visto bueno para la compra de derechos por 50.000 dólares. Margaret Mitchell acepta la oferta. En el resto de los estudios, otras analistas de guión también caen rendidas tras la lectura de la novela. En la Universal, su mandamás, Charles Rogers, ataja la cuestión con un: “He dicho que cosas de epoca, no" . En Warner, Jack Warner se lo comenta a su estrella, Bette Davis, que no lo ve claro. La Paramount vivía malos momentos económicos. En la RKO, el personaje femenino principal no les cae bien y se retiran de la puja (posteriormente, Katharine Hepburn les echará en cara su falta de visión y empujará a sus jerifaltes a reconsiderar su actitud. Demasiado tarde). Sólo la Twentieth Century-Fox de Darryl Zanuck intuye el negocio y ofrece 35.000 dólares por los derechos: muy poco. Selznick gana la partida incluso sobreviviendo a un ataque final. El 29 de julio, Margaret Mitchell va a Manhattan y allí los jefes de la RKO ponen sobre la mesa 55.000 dólares. Pero Mitchell ya habla dado su palabra, y esta era sagrada. El día 30 firma el acuerdo con Selznick International Pictures (contrato en el que vende todos los derechos, incluidos para teatro y televisión) y avisa: "Estoy convencida de que es imposible convertirla en película".
Ese verano se desata la fiebre literaria Lo que el viento se llevo: dos fábricas trabajan 24 horas al día imprimiendo ejemplares. No dan abasto. A finales de septiembre ya se habían vendido 330.000 ejemplares, lo nunca visto, y más con un libro que pesaba un kilo y costaba tres dólares, 50 centavos más que lo habitual. Era el momento para que Selznick lo leyera definitivamente: se lleva el mamotreto a sus vacaciones en Hawai. Cuando acaba la última página, las preguntas se agolpan en su cabeza. ¿Quien podría resumirlo en un buen guion y quien dirigirlo? Medio Estados Unidos idolatraba aquella novela: cualquier cambio o mala elección del reparto provocarían un rechazo brutal al filme. Y,sobre todo, ¿de donde sacaría tanto dinero para la producción?
Margaret Mitchell : "Estoy convencida de que es imposible convertirla en película".
Es muy larga y la he visto pocas veces La banda sonora es genial.